Cuando alguien sufre un dolor que baja desde el glúteo hasta la pierna, automáticamente piensa: “es ciática”. Y sin embargo, pocas veces se explica qué hace que ese dolor aparezca realmente. ¿Por qué un nervio que ha estado ahí toda la vida, de repente, empieza a doler? ¿Qué ha cambiado en tu cuerpo para que eso ocurra?
La mayor parte de la información que encontramos en Internet habla del nervio, de la inflamación o del tipo de dolor. Pero rara vez se aborda lo importante: cómo la postura y la organización del cuerpo, con el paso del tiempo, crean el escenario perfecto para que ese nervio se irrite.
En este artículo queremos contarte esa parte que casi nunca se explica:
la ciática no aparece porque sí.
La ciática aparece porque tu cuerpo deja de mirar al frente.
Y entender esto es la clave para corregirla de verdad.
Por qué aparece realmente la ciática (y por qué casi nadie te lo explica)
Para comprender el origen real de la ciática necesitamos hablar del cuerpo como un sistema organizado por tres columnas:
La columna lateral izquierda (pie–rodilla–pelvis–costillas–hombro)
La columna lateral derecha (pie–rodilla–pelvis–costillas–hombro)
La columna vertebral central
Cuando todo está alineado, las dos columnas laterales reparten la carga de forma armónica y la columna central solo tiene que estabilizar.
Pero con el tiempo, por gestos repetidos, posturas mantenidas, deportes asimétricos o incluso por la forma particular en la que cada persona pisa, una de las columnas laterales empieza a perder verticalidad.
Es decir: se cae.
¿Qué ocurre entonces?
El cuerpo comienza a girarse hacia ese lado.
La pelvis rota con él.
La pierna de ese lado empieza a cargar más.
El glúteo mayor y el piramidal trabajan el doble para sostenerte.
El nervio ciático queda sometido a una tensión prolongada entre estructuras que ya no están alineadas.
Aquí aparece un fenómeno clave:
Cuando un lado del cuerpo cae, la parte alta intenta compensar buscando la frontalidad.
Esto significa que:
La parte baja rota hacia un lado.
La parte alta (costillas, escápulas, cervicales, cabeza) rota hacia el otro.
El resultado es un choque de fuerzas que recae precisamente en la zona donde el nervio ciático emerge y viaja hacia la pierna: la región lumbosacra.
Estudios relacionados con la ciática
➡ Un estudio en PubMed demuestra que los cambios en la mecánica lumbopélvica y la rotación de la pelvis aumentan la tensión del nervio ciático durante el movimiento, multiplicando la irritación neural.
➡ Otro estudio muestra que las rotaciones compensatorias del tronco alteran la carga sobre el piramidal y pueden provocar síntomas similares a la ciática.
Con los años, este choque de fuerzas provoca:
un sacro que deja de estar centrado,
un recorrido del nervio más estrecho,
un tejido nervioso que se irrita,
un dolor que baja por la pierna.
Y así nace la ciática real.
Ciática real vs falsa ciática: diferencias que de verdad importan
No toda molestia que baja a la pierna es ciática. A veces el dolor es tan confuso que parece ciática, pero no lo es.
Vamos a diferenciarlo de manera clara.
Cómo se siente una ciática real (neurogénica)
Dolor punzante, eléctrico o quemante
Baja en línea recta por glúteo–muslo–pierna–pie
Empeora al elevar la pierna (Test de Lasègue)
Empeora al toser o estornudar
Puede provocar hormigueo o adormecimiento
Relacionada con un sacro desplazado o irritación neural
Cómo se siente una falsa ciática (síndrome del piramidal o tensión miofascial)
Dolor difuso en la zona del glúteo
No sigue un recorrido tan definido
No baja hasta el pie
No empeora igual con el Test de Lasègue
Se siente más presión o molestia muscular
Relacionada con tensión por desalineación postural
Ambas sensaciones son incómodas, pero su origen es distinto.
Test de Lasègue (SLR): la forma más fiable de distinguirlas
El Test de Lasègue es la prueba clínica más utilizada para diferenciar una ciática real de una falsa ciática.
Consiste en:
Tumbarse boca arriba.
Elevar una pierna recta desde el talón.
Observar qué ocurre entre los 30° y 70°.
Interpretación:
Si aparece un dolor punzante que baja por la pierna → ciática real
Si solo tiran los isquios → no es ciática
Si aparece molestia difusa sin irradiación → falsa ciática / piramidal
Por qué la ciática empeora al sentarte, caminar o estar de pie
Cuando la pelvis rota y deja de mirar al frente, cada postura genera un impacto distinto:
Sentado: se cierra el espacio donde emerge el nervio.
De pie: la pierna cargada irrita el glúteo profundo.
Caminando: la columna rota de forma asimétrica paso tras paso.
Todo esto no es casualidad: es un reflejo del cuerpo intentando evitar el colapso.
Cómo abordamos la ciática en Equilibrio Club (y por qué funciona)
En Equilibrio Club aplicamos una idea clave: la ciática aparece cuando el cuerpo deja de mirar al frente.
Por eso nuestro enfoque se basa en devolver esa frontalidad perdida:
Valoración detallada de los pilares laterales
Analizamos cómo pisas, cómo cargas y hacia dónde rota tu pelvis.
Movilidad como lenguaje del cuerpo
Observamos si está bloqueado, si fluye o si mantiene un patrón compensatorio.
Reorganización del sacro y la pelvis
El objetivo es centrar el sacro y liberar al nervio.
Entrenamiento respetuoso
Movimiento sin forzar, sin dolor, guiado por la reorganización.
Recuperación sostenida
Cuando el cuerpo recupera equilibrio, el nervio deja de sufrir.
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Conclusión: volver a mirar al frente
La ciática no aparece porque sí.
Aparece porque tu cuerpo deja de mirar al frente y tiene que sobrevivir como puede, bloqueándose, girándose y tensando estructuras que no estaban diseñadas para eso.
El trabajo está en devolverle esa verticalidad perdida.
Ese equilibrio.
Esa claridad.
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